Al reanudar nuestras celebraciones públicas queremos honrar al Señor con un cuidado extremo por nuestros hermanos. Dios es el Señor de la Vida y sólo El dispone de mi vida y la de los demás. Por eso en nuestras celebraciones cuidamos unos de los otros y actuamos con responsabilidad, paciencia y esperanza. Jesús nos invita a ser mujeres y hombres de fe que ven más allá de las dificultades del hoy.
En este tiempo queremos orar pidiendo sabiduría para nuestros líderes, responsabilidad para todos y alegría para nuestras familias. Que de nuestros encuentros se eleven los corazones pidiendo al Señor por los enfermos y por quienes nos cuidan y ayudan. Que el Señor nos acompañe con su gracia y sabiduría,